Errante y solitario
cabizbaja el vagabundo
marcha lento y sin destino
entre nieblas de inquietudes.
Carga el alma ennegrecida
por penas y sinsabores
arrastra su grácil sombra
y sus deslucidos harapos.
Hay tristeza en su mirada
hay heridas en su alma
en su fardo dos monedas
de limosnas callejeras.
Era un rey, tenía corona
y el amor de una princesa
perdió todo en una guerra
su castillo y sus riquezas.
Vaga sólo en las laderas
duerme bajo las estrellas
el ruin destino le ha robado
su poder, su dignidad.
Humillado, desterrado
vaga sólo y sin amor
nadie mira al harapiento
ya no es nadie sin su reino.
Triste suerte le ha tocado
al pobre desamparado
vaga sólo por el mundo
viviendo mil desventuras.
Al ocaso de su vida
el silencio acallará
gritos de viejas glorias
y sus magníficas gestas.
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